Por primera vez en año y medio, unos científicos captaron con una cámara la descomposición de un cadáver. Lo que vieron puede resultar chocante para los aventureros: el cadáver no paraba de moverse.
La reacción humana normal ante un cadáver es un fuerte asco. Como dice el antropólogo cognitivo Pascal Boyer en su libro Explicar la religión, todas las culturas conocidas tienen una visión inherente de los efectos contaminantes y profanadores de los cadáveres. Queremos deshacernos cuanto antes de un objeto horrible arrojándolo a la tierra, al fuego o al mar. Quizá esto explique el hecho de que el proceso de descomposición de un cuerpo a lo largo de 17 meses no se haya documentado en detalle hasta el siglo XXI.
El estudio se llevó a cabo en el Centro Australiano de Investigación Tafonómica Experimental. Las primeras letras de su nombre se abrevian AFTER.
Es el único centro de investigación del hemisferio sur que estudia la descomposición humana in vivo. Los científicos instalaron una cámara automática que filmaba este triste espectáculo cada media hora durante el día. Como explica Science Alert, la filmación duró 17 meses.
Los científicos que estudiaron las imágenes no esperaban que el cadáver tuviera tanta movilidad. Más concretamente, no pretendían seguir su actividad. Su objetivo era poner a prueba el modelo publicado por sus predecesores, que describía el proceso de descomposición en diferentes etapas. Sin embargo, los extraños movimientos del cadáver se descubrieron por casualidad. Por ejemplo, los brazos, que inicialmente estaban colocados a lo largo del cuerpo, se extendieron. «Creemos que estos movimientos están relacionados con el proceso de descomposición, porque el cuerpo [naturalmente] se momifica y los ligamentos se secan». – afirma Wilson en el artículo de AFP.